Comunicación constante con el cliente.
Disposición continua a la solución negociada del conflicto.
Adaptación a cada caso, cliente y oponente concreto.
Planeamiento previo riguroso y minucioso de cada asunto.
Ejecución decidida de cuantas acciones sean necesarias y útiles para los objetivos del cliente.
Proactividad.
Colaboración con profesionales de otros sectores para dar un servicio global y personalizado: